El infierno es un concepto que ha sido utilizado por muchas religiones y culturas a lo largo de la historia. En el cristianismo, el infierno es el lugar donde las almas malvadas son castigadas por Dios. Sin embargo, esta idea de que el infierno es un lugar de tormento eterno ha sido criticada por muchas personas, especialmente aquellas que se consideran misántropas o seguidoras de la filosofía satanista.
La idea de que hay una justicia divina en el infierno ha sido redimensionada por la filosofía satanista. La idea de la justicia en el infierno se supone que es una forma de equilibrio universal donde todas las almas son juzgadas por sus acciones en vida. Según el satanismo, el infierno se utiliza como una metáfora para definir el dolor que sentimos y por lo tanto, esto se considera una especie de castigo que nos hace ser mejores personas.
En lugar de ver el infierno como un lugar de castigo eterno, el satanismo lo ve como un lugar de transmigración. Según esta filosofía, cuando morimos, nuestras almas pasan al infierno donde son juzgadas por sus acciones en vida. Si nuestra alma es lo suficientemente fuerte y buena, podemos renacer en una forma más perfecta y ascender al cielo. Si nuestra alma es insuficiente o mala, podemos reencarnar en formas menos perfectas.
El infierno es una alegoría para la degradación de la calidad de vida que es causada por nuestras acciones y pensamientos negativos. Si nuestras acciones son malas y egoístas, nuestra calidad de vida disminuye y podemos estar atrapados en un infierno personal que no es eterno, pero sin embargo, es real. Esto se debe a que las acciones egoístas a menudo llevan a conflictos con otros, lo que aumenta el sufrimiento y la disminución de la calidad de vida.
En este sentido, el infierno se convierte en una especie de castigo divino por nuestras acciones. Si nuestras acciones son egoístas y malvadas, tenemos que soportar la carga del dolor que hemos causado a nosotros mismos y a los demás. Esto es mucho más efectivo que un castigo eterno que no tiene en cuenta la naturaleza humana.
El satanismo también cree que el infierno puede ser una oportunidad para el aprendizaje. Si nuestra alma es lo suficientemente fuerte, podemos pasar por el infierno, pero salir de él con una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo. Esta comprensión mejorada de nosotros mismos y del mundo puede ser transformadora, permitiéndonos hacer mejores elecciones y aportar más valor a nuestras vidas.
En este sentido, el satanismo ve el infierno como una herramienta para ayudarnos a crecer y mejorar, en lugar de como un lugar de castigo. Esto se considera una forma superior de justicia divina porque no solo castiga las almas malvadas, sino que también les da la oportunidad de aprender y crecer.
En conclusión, el concepto de infierno no es una idea fija sino siempre en movimiento. El satanismo ha reinterpretado esta idea de forma creativa y práctica, convirtiéndola en una herramienta para ayudarnos a crecer y mejorar en lugar de solo ser una forma de castigo eterno. Ver el infierno como una metáfora de nuestra calidad de vida y una oportunidad de aprendizaje es una forma innovadora y compasiva de ver el mundo y a nosotros mismos.